16 octubre 2007

Dulces, dulces limones

Hace algún tiempo, después de ciertos empachos con libracos infumables, acabé por “pelearme” con la literatura. Nada me interesaba y todo lo que caía en mis manos, al poco se caía de mis manos.

Sin embargo, y a pesar de todo, no puedo ya decir lo mismo. Lo cierto es que llevo una racha realmente espléndida.

Un ejemplo de esta racha, es el libro que acabo de terminar hace dos ratos y medio: Entre limones. Escrito por un tal Chris Stewart, primer exbatería de Génesis.

Me lo recomendó encarecidamente un librero, de esos de toda la vida.

¡¡Todavía existen!!

Doy fe de conocer al menos un ejemplar de esta maravillosa especie, y tan en peligro de extinción.

Tan sólo me dijo que era “muy fresco”. En un principio era reticente a dejarme aconsejar, entre otras cosas, porque no me quedaba claro el concepto de frescura que podía tener otro personaje que no sea yo.

Pero tenía razón: fue como abrir una ventana en una habitación viciada. Incluso se fueron todos los iones negativos, esos que favorecen tanto el estrés y los malos rollos.

El caso es que el libro no es para tanto…

No hay muertos violentos, de hecho no hay muertos (al menos, humanos).

No hay brujos, ni magos, ni elfos, ni duendes, ni criaturas mitológicas.

No hay espías, ni gángsteres, ni aparece la mafia (al menos, no la calabresa).

No hay drogas (ilícitas), ni filtros de amor, ni pociones ponzoñosas (al menos, no demasiado).

No hay procelosos mares infestados de tiburones y piratas.

No hay persecuciones ni tiroteos.

Ni siquiera una historia de amor no correspondido o de sexo explícito y gemidos retumbantes en el magín.

Y sin embargo…

Todo el olor a viejo; a podrido; a Códigos, templarios o de inventores renacentistas; a tierras medias; a filosofía barata –o cara-; a existencialismo; a compromiso sesudísimo con la causa más extravagante o simplemente social; todo esto, acompaña a esa corriente de aire fresco y sencillamente, se va. Desaparece como en el anuncio de un ambientador.

Y aparece el puro gusto de leer por leer. Nada te obliga, no tiene trampas para enredar tu interés. No te engaña. No hay subterfugios. Tan sólo la vida que puede aparecer en un libro. Vida, a fin de cuentas.

Es el libro que estaba esperando para reconciliarme del todo con la literatura.

Afortunadamente lo he encontrado. O él me ha encontrado a mí. Aún no lo tengo claro.

Aunque no iba a durar mucho la suerte. Ha aparecido la segunda parte… y ya se sabe. Ya se verá. O no.

Tal vez hable más adelante de los otros librillos que también han tenido ese efecto reconciliador.


4 comentarios:

Ibn Sina dijo...

K'han: Gracias por venir a mi Libro. Siento que no te llame mucho la atención la literatura de ficción especulativa (y así no hay ripio). Si un día tienes interés, te recomendaré algunas obras que quizá te abran la curiosidad.

Lobogrino dijo...

Interesante...
Como tu blog.
Ya me pasaré con más calma, si te parece bien, claro.
Saludos.

Anónimo dijo...

Por supuesto que nos parece bien. Porque habrás notado que está expuesto al público para que no sea necesario el trámite de pedir permiso.

Un abrazo.

k'han dijo...

Gracias por tu visita, lobo, yo también me he colado, a veces, por el valle de los lobos... Siempre serás bienvenido.