15 diciembre 2007

Según parece, entre los días 21 y 23 de diciembre, aproximadamente, y debido a la la posición del Sol justito en el Trópico de Capricornio, es decir allá allí por el Sur, hay un momento en que el sol está en su punto más bajo en los cielos, mientras que la noche es la más larga del año. A partir de entonces, los días comienzan a prolongarse.
Para los antiguos paganos que se dieron cuenta de este fenómeno, porque eran paganos, pero no tontos, esto era motivo de celebración. Se acababa la oscuridad, comenzaba la luz del día.

De hecho esta costumbre se remonta incluso a Egipto, en el 5000 a.c. (festejaban el nacimiento de Horus, su "rey sol") y también se va a remontar hasta los antiguos sumerios (quienes festejaban el nacimiento del dios Mitra, los pobres), y ha sufrido cambios, pero ha estado presente desde entonces en multitud de culturas. Por ejemplo: los celtas adoptaron esta costumbre, hacia el 1100 a.c. Esto de copiar y pegar, lleva haciéndose desde hace mucho, mucho tiempo, por lo visto.
En el mundo celta esta festividad se conoce como Yule, vocablo procedente del nórdico Jul, que viene a significar "rueda", aunque para la Tradición Caledonia tiene el nombre de Alban Arthan.
Entre los paganísimos pueblos celtas, tan ligados a los cambios y ritmos de la naturaleza, en el Solsticio de Invierno se celebraba el nuevo resurgir de la luz y el declive de la oscuridad, y la fiesta se prolongaba durante varios días. Y no, no se había inventado, todavía, el calimocho.
Durante Yule tiene lugar el alumbramiento del nuevo Dios del Sol, también llamado, “mireusté”, Niño Divino, fruto de la unión de la Diosa Doncella (es decir Virgen) y su Consorte durante el pasado Beltaine (1 de Mayo). El nuevo Dios crecerá y se hará fuerte, convirtiéndose entonces en el nuevo Consorte de la Diosa (nuevamente virgen, ¡las zurcidoras de entonces valían lo que no está escrito!), para comenzar un nuevo ciclo.
Este alumbramiento quiere poner de manifiesto la perfección del Universo, el equilibrio existente entre luz y oscuridad, y es un símbolo de esperanza que pretende ayudar a comprender que tras cada fin siempre hay un comienzo nuevo. O eso dicen. Una nueva vuelta de la rueda. Total los celtas también creían en la trasmigración de las almas (reencarnación, para los amigos).
Pero, no fue hasta
el siglo IV, que el Papa Julio I, ¡qué tío, el tito Julio!, decidió superponer la celebración de la Navidad cristiana a los antiguos ritos del Solsticio de Invierno para facilitar el tránsito de la Antigua Religión al cristianismo. ¡Qué bonito es el sincretismo, cuando es verdadero y no eso que hacen los negros o los indios sudamericanos, que no es más que superstición, vudú y santería!
Por este motivo la Navidad, antes sin fecha de celebración determinada, fue instaurada en el veinticinco de diciembre. Total, en algún momento tenía que nacer el redentor. O parir la doncella, que para el caso va a ser lo mismo. Y si los sumerios, los egipcios, los celtas e incluso los romanos (que casualmente celebraban las saturnalias por la misma fecha, a base de excesos y bacanales, en loor de Saturno, claro) tenían fiestas y feriado, los cristianísimos no iban a ser menos.
Debido a ello, muchas de las tradiciones comúnmente asociadas a la Navidad tienen sus raíces en los ritos de Yule, como por ejemplo decorar el árbol o intercambiar regalos. Si bien los adornos de los árboles de los druidas eran algo menos agradables de ver para el gusto actual, dado que consistían en cabezas de animales: osos, “jabalines” y alimañas en general.

Total, que para el saloncito, comprado con todo cariño y con todo el sudor de la frente en Ikea, una cabeza sangrante de lobo en el abeto no iba a quedar ni medio bien.
Menos mal que también hacían guirnaldas de pino y de muérdago y colocaban frutas de colorines y esas cosas, porque si no, la moqueta se quedaría hecha un asquito. Y destinar la mitad de la paga extra en tintorería, pues tampoco es cuestión.
El moderno Papá Noel, o Santa Claus, es también una figura tomada del paganismo, poseedor de características propias de Cronos (o Saturno y sus bacanales mismamente), Thor, Odín... Señores mayores, en cualquier caso, y a ser posible con el pelo largo y canoso, y con su tripita cervecera, propicia para la ocasión.
Menos mal, que los tres reyes magos son una tradición típicamente cristiana y no tiene que pagar copyright…

¿O va a ser que tampoco?...¡Vaya!

Y es que como decía Mary Poppins “con un poco de azúcar en la píldora que os dan, la píldora que os dan, os sabrá mucho mejor”. (Esto último, con música, gana muchísimo, de hecho les animo a que, al menos, intenten cantar tan bella melodía. ¿Ven?).

El azúcar, claro, es la tradición a la que estabas abonado hasta la fecha. La píldora; amarga como ella sola; la “otra”, la tradición que se cree con derecho a desbancar a las demás, en virtud de su única y “verdadera verdad”, dado que los demás, esas pobres almas descarriadas e ignorantes, están en el pecado, la herejía, la superstición y por supuesto en el error más nefando del mundo.

En fin.

¡¡¡Feliz Yule para todos!!!

¡Que la luz que nace en el solsticio invernal nos bendiga y barra todas las sombras que nos acechan en la oscuridad!

07 diciembre 2007

El punto de vista acertado


Pues me llegó esta foto en uno de los múltiples .pps que rulan por la Internet. En principio iba a poner un sin comentarios, pero no he podido evitarlo. En primer plano está el peor presidente de gobierno que ha tenido España en su historia reciente. No por lo que haya hecho o dejado de hacer (por los españoles más bien poco), sino por su exaltada megalomanía acentuada con la omnipresente Botella que quería ejercer de Primera Dama en un país que tiene Reina para esas funciones.

En la foto, a su espalda podemos ver el espíritu de Rajoy. Puesto que a este señor, cada vez que se le acerca un micrófono sube el pan y la popularidad de los populares baja medio punto, creo que el PSOE ha contratado a periodistas que se acerquen a él para preguntarle para poder aprovechar todas las genialidades de este necio.

06 diciembre 2007

Agujero de gusanitos

Si es que uno no puede disimular sus fuentes, ni sus orígenes, ni nada de nada.
Una de mis más débiles debilidades.
Incluso hoy mismo me he sorprendido sonriéndome.
No puedo evitarlo. Tampoco quiero.




No se si dedicárselo a mi amiguita Blond. Lo mismo me tira por encima un montón de sirope de arce porque no lo ha entendido...
Mejor otro día le dedico otro.

02 diciembre 2007

Después de la lectura.



Detrás de los cristales

rotos.

Detrás del fuego

que destruye.

Detrás de la ceniza

que lo tizna todo

de azul sucio.

¡Tan sucio!

Después del Horror más execrable

inventado por

los hombres…

Tan sólo nos queda…

mirarnos,

a través

de la desnuda inocencia

de los ojos

de los niños.