05 enero 2007

Escapada al Santuario de la Virgen del Moncayo

La mañana de ayer no tenía mucho que hacer y el aburrimiento venció la pereza. Me levanté temprano, como siempre y lo único que tenía que hacer era echar una carta al correo. Como el vicio es mucho pensé en recorrer los escasos 900m que separan correos de mi casa en moto... ¡ya sé que me hubiera venido bien andar un poco! Me decidí por la moto porque hacía unos 15 días que no me subía en ella.

El caso es que fui a correos y eché la carta sin apearme. Tampoco tenía intención de hacer ninguna ruta pero cuando enfilé el camino a casa de nuevo, no supe muy bien porqué la moto tiró hacia la carretera en dirección norte. No deja de ser curioso que abandonando Pedrola por el norte acabara subiendo el Moncayo al sur. Tampoco sé qué me impulsó a hacer esta ruta, rara y solitaria de unos 130 km.

Siento no poder adjuntar fotos, pero no es que se me olvidara la cámara, es que no la pillé porque sólo iba a echar una carta. El caso es que en un plis-plás me encontraba en Luceni y en lugar de parar y dar la vuelta me vi tomar la carretera de Gallur sin poder evitar el sonreir bajo la braga y el casco. Apenas me había cruzado un coche en todo el recorrido, bajo el frío sol de enero.

En Gallur tomé la N-122 con la intención de volver a Pedrola al llegar a la nacional que une Logroño con Zaragoza. Sin embargo, en cuanto estuve en el cruce la moto se empeñó en seguir en dirección a Tarazona, uno de esos sitios en los que nunca había estado pero siempre quería ir. Tiene un centro histórico muy interesante, con su ayuntamiento renacentista y rezumando mudéjar por todos los rincones... ¡Pero estoy adelantando acontecimientos!

Estabamos en la carretera dirección a Borja. Mi intención era tomar en Borja el desvío hacia Pozuelo de Aragón y de allí de vuelta a casa. Eran intenciones, pues un incidente vino a distraerme del todo. Un poco antes de entrar en Borja hay un polígono industrial y unas hermosas señales de 80. Señales que yo había ignorado por completo aún a sabiendas de que podrían multarme. Justo tras un cambio de rasante veo las motos de la Guardia Civil y uno de los agentes se me queda mirando y levanta el brazo. "¡Dios, me han cazado!" -pensé yo. Sin embargo, al detenerme veo que es mi vecino que me dice: "¿Para qué paras? Si sólo te saludaba". "¡Ufff!" -pensé yo- mientras en voz alta decía alguna incoherencia del estilo de "vestido así no me levantes la mano o te acusaré de abuso policial". Me despedí de ellos y continué en dirección a Borja.

Llegué al cruce donde tenía que haberme desviado en dirección a casa, pero por algún motivo misterioso la moto siguió empecinada en continuar hacia Tarazona. Sin embargo, por algún otro oscuro motivo al llegar al cruce de Vera del Moncayo se metió para allá. Crucé Vera recordando el día que fuimos al Monasterio de Veruela. Cuando llegué a la Corza Blanca hice un alto para tomar un café calentito. El frío ya empezaba a molestar y ni los guantes de invierno ni el chaquetón ni las botas de goterex evitaban que las pantorrillas y las rodillas empezaran a dolerme y a protestar.

Mientras tomaba café pensé en hacer la vuelta a casa, sin embargo la moto enfiló la carretera que sube al Santuario. En realidad no es una carretera sino una pista forestal asfaltada. Avisan muy claramente a la entrada de la misma de que no se debería superar la velocidad de 40 Km/h sin embargo es imposible no hacerlo. El firme está en muy buen estado, y aunque hay más curvas que rectas, se puede mantener un crucero más alto.

El paisaje es espectacular. La pista comienza atravesando un bosque de encina y carrasca para luego dejar paso a los robles. Llegué a un cruce y continué en dirección al Santuario. El paisaje era cada vez más impresionante y según subía iba cambiando. Pasé por un bosque oscuro que tapaba por completo el sol, poblado de hayas, abedules, acebos, sabinas, robles y pinos. A la sombra el aire cortaba a pesar de que iba realmente despacio disfrutando del entorno. De vez en cuando veía algunos parkings para coches a los lados de la pista. Vacíos. Únicamente me crucé un coche todoterreno... Estaba solo con el Moncayo y me subía a su chepa en una daystar.

Después de forma inesperada el asfalto se acabó, justo en la fuente de los frailes. Toda la zona está muy bien señalizada y hay senderos perfectamente acotados por lo que supe que apenas faltaban 500m para llegar al santuario. Aparqué la moto y subí andando. Fue un paseo revitalizador después de ir sentado todo ese tiempo, con el culo dolorido y helado y las piernas congeladas. Al lado del Santuario hay una "posada" pero cuando llegué estaba cerrada.

A la vuelta, aunque decidido a ir a mi casa, la moto tenía otros planes y me llevó hacia Tarazona bajando por otro lado. Esta carretera tenía guardados algunos sustos. Tras una curva cerrada me encontré una gran placa de hielo que afortunadamente no pisé, pero me hizo ir con mucha más precaución.

En Tarazona paré en el centro. Me di una vuelta a pie por sus calles para estirar las piernas y entré en un bar a tomar un café. Tengo que volver a Tarazona más despacio y disfrutar esa ciudad.

La vuelta, sin incidentes. La moto obedeció todas las órdenes de regresar a casa y me llevó sin sobresaltos por una carretera ya conocida a tiempo para comer.

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