22 enero 2007

De buenas intenciones está el infierno lleno

Hace unos días me explicaron cabalmente que una persona que escribe en un “chisme” de estos corre el gran peligro de “tropezar”, caerse de su propio ego y morirse de hambre durante la caída.

Sin duda es un peligro grande, sobre todo para aquellos que, como yo, disponemos de un ego amplio, algo así como alicatado hasta el techo y con vistas al mar.

Así pues, decido, por fin, estrenarme en estas cosas. Intentaré apearme de cualquier pretensión, aunque me resulte harto difícil.

Conozco los riesgos (creo). Y me da la impresión que estoy en posición de aceptarlos, o al menos de no enfadarme conmigo mismo si tropiezo y me esnafro. Lo cual ya es mucho.

Es fácil comprender que la opinión de uno es algo personal, a veces es incluso intransferible, y que es complicado que alguien ajeno a uno mismo comparta, o se interese por la de otros. Pero otra cosa es que se respete.

Por muy peregrina que resulte, es sólo una opinión.

Y las opiniones pueden y deben comunicarse (si quieres, si te dejan, si realmente hay alguien del otro lado que te escuche y no meramente te oiga).

Es probable que en este amplísimo planeta haya alguien que piense de manera parecida. Aunque es mucho más probable que haya alguien que por cualquier razón intente pisotearla: por puro gusto, por epatar, por dinero, puede que incluso porque no estén de acuerdo con tu idea.

Si ocurre eso, bienvenido sea. Si no ocurre, sea también bienvenido. De todas formas llevo una temporada intentando disminuir mi ego.

¿Y tú?

1 comentario:

Dimas dijo...

Bravo noxtor, coincidimos ¡que canción!